Quilos
El problema del sobrepeso no se presenta por elección propia, ya que nadie elige ser “gordo” si pudiera evitarlo. La obesidad es una enfermedad y no la elección de una forma de vida.
Millones de personas sufren de esta enfermedad que es crónica (dura toda la vida) y de difícil tratamiento. Con la obesidad amenazando en convertirse un desastre de salud a nivel mundial, existe ya una búsqueda frenética para poder controlarla.
La búsqueda es y será difícil. Durante años las compañías farmacéuticas han invertido miles de millones de dólares para encontrar la tableta que haga que la gente gorda enflaquezca. Los únicos medicamentos actualmente aprobados para el tratamiento a largo plazo de la obesidad, son la sibutramina, el cual trabaja sobre mediadores químicos cerebral para controlar el apetito, y el Orlistat, el cual impide la absorción de las grasas en el intestino, ambos se encuentran a la venta en Bolivia y tienen reacciones adversas como ser acelerar la frecuencia cardiaca o diarrea.
Los científicos están estudiando la complicada interrelación entre las hormonas, los péptidos y la genética, que se creen controlan el hambre y la saciedad, los cuales a su vez podrían llevar a encontrar medicamentos para la pèrdida de peso que tenga un objetivo más preciso. Los investigadores están también tratando de determinar cuanto de exceso de peso puede desencadenar el cáncer, enfermedad del corazón y diabetes. La esperanza es que se puedan encontrar medicamentos que no necesariamente afecten el peso corporal, pero que eviten que el exceso de grasa enferme a las personas con sobrepeso.
La prevención, especialmente en lo que respecta a los niños, es la mejor esperanza de nuestro país para combatir esta epidemia. De acuerdo a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, se debe limitar el tipo de alimentos que se ofrecen a los niños en la publicidad y en los colegios. Pero también es muy importante que los padres entiendan que la base del tratamiento es conseguir que la familia cambie los hábitos alimentarios. No se puede pretender que dentro del núcleo familiar sólo el niño cambie de hábitos mientras el resto de la familia continúa con los antiguos. Los hijos tienden a identificarse con sus padres, lo que les lleva a imitar el comportamiento de sus progenitores; por consiguiente, en el futuro los hijos reproducirán los hábitos de sus padres y no aquellos que los padres han intentado inculcarles. Esto refuerza la importancia de que toda la familia siga una alimentación lo más equilibrada posible, de cara a evitar el exceso de peso de los niños.
Debido a que la obesidad es una enfermedad crónica difícil de tratar, a su alrededor han surgido innumerables tratamientos "efectivos”, que no hacen otra cosa que desmotivar a las personas con sobrepeso, ya que al prometerles grandes resultados (que nunca se cumplen a medio plazo) crean en ellos desconfianza y desazón. Dentro de esta oferta se encuentran las dietas "maravillosas", que en los últimos años han proliferado de manera importante, ofreciendo una información incorrecta y la obtención de unos resultados sin ningún tipo de esfuerzo. Esto ha llevado a que muchas personas, cansadas de oír siempre lo mismo, fueran probando las distintas dietas que se les ofrecían. Algunas contienen tabletas “mágicas” que no se venden en ningún otro lado, otras son hasta cómicas porque implican los estadios de la luna(?), pero la mayoría poseen un denominador común y es que a la larga son peligrosas y no sólo no consiguen cambiar los malos hábitos sino que acentúan los errores. Cada año (y sobre todo antes de la primavera) aparecen nuevas dietas, muchas veces utilizando modelos o fotos de personas que han bajado 20 kilos en 10 días y que aseguran la solución del problema de la obesidad si se siguen sus postulados. En general estas dietas no tienen ningún fundamento científico y sí económico.
Hay que desconfiar de los tratamientos que prometen grandes resultados sin esfuerzo o sin dieta. Lo mejor es alejarse de las dietas que prometen rápidas pérdidas de peso, ya que la mayoría de estas dietas lo hacen a costa del agua corporal y la masa muscular, y no de la grasa como en realidad debería ser. Licenciada en Nutricion
Maria Elena Parada